martes, 6 de julio de 2010

DetaLLe II PaRte


Estaba nublado, y aquellas nubes negras amenazaban con mojar nuevamente la ciudad, mi mamá ya se había ido a trabajar, así que estaba completamente sola. Decidí desayunar, así que fui presurosa a la cocina a prepararme algo, cuando de pronto sonó el timbre. Sentí que una corriente corrió por mi cuerpo, como si un fuerte viento hubiese entrado por una ventana imaginaria. -Es él- fue lo primero que pensé, prometí verlo y sabía que no esperaría tanto tiempo para que le diera una explicación. Fui al contestador y dije. – Aló- con la voz temblorosa. –Soy yo- dijo de manera suave. Sí, efectivamente era él, así que abrí la reja. Corrí al baño a ver en que grado de desorden estaba mi cabello y cuan demacrada había amanecido. Me sentí estúpida, antes jamás me hubiese importado haber estado arreglada cuando me venía a visitar, me estaba convirtiendo en una de ellas, en esas tontas mujeres que cambian cuando conocen a esa persona “especial”, me quede tal cual, no tendría porqué mostrar alguien que no soy a estas alturas del juego. Tocaron la puerta. Caminé sigilosamente hacia ella, la abrí y me fui a la sala dandole la espalda. Escuche su respiración agitada, su perfume infectaba mi casa, y luego el sonido de la puerta al cerrarse. Nada, no había ningún movimiento. No quería girarme, no me sentía capaz de hacerlo, que cobarde me sentía.De pronto sus brazos rodearon lentamente mi cintura y me apretaban contra él. Puso su mejilla junto a la mía, estaba helada, debía ser por el frío que sufríamos en este invierno. Sentía como su corazón palpitaba en mi espalda, casi como si fuera a travesarme. De manera involuntaria mis manos se levantaron y tomaron las suyas. Él aprovechando esto, comenzó a girarme de manera que quedamos frente a frente sin nada que nos uniera. Pasó su mano por mi cara quitando los pelos que me tapaban. Gracias a esto pude verlo con más claridad. Ahí estaba él, a quien tantas veces había rechazado, frente a mí. Tenía una expresión de susto, sus ojos brillaban como ayer, sus labios estaban secos, su cara tenía pequeños residuos de agua que seguramente debieron ser gotas. Que estará pensando, porque esa expresión de susto, es que acaso creía que me había arrepentido, que no había sido suficientemente clara ayer con el beso que le dí. Me perturbaba que no digiera nada, cada segundo que pasaba se hacia eterno, no soportaba estar tan cerca de él sin tocarlo, acaso era una forma de castigarme, era acaso posible que esta vez él fuera el que no quisiera nada conmigo....

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